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Arquitectos: Ayutt and Associates design
- Área: 600 m²
- Año: 2024
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Fotografías:Chalermwat Wongchompoo (Sofography)
Descripción enviada por el equipo del proyecto. En las afueras de Bangkok, Tailandia, se encuentra una casa que no comenzó con la habitual pregunta de "¿cómo deberíamos vivir?". En cambio, comenzó con algo más profundo: ¿Cómo puede una casa convertirse en una experiencia? La Casa MIRIN, diseñada por la famosa firma A A D design (Ayutt and Associates design) con sede en Bangkok, reinterpretó la idea de casa, no solo como un refugio o una forma, sino como un viaje sensorial. Busca despertar los cinco sentidos: la vista, el sonido, el tacto, el olfato e incluso el gusto, creando un espacio que no solo se ve o se usa, sino que se siente profundamente, un lugar donde uno puede crecer junto con la arquitectura.
La casa lleva el nombre de la hija del propietario, una dedicada especialista médica cuya vida en la bulliciosa ciudad rara vez le ofrece momentos de pausa. Para crear un santuario privado de calma, adquirió el terreno adyacente a su hogar existente, imaginando una nueva vivienda donde el tiempo se desacelera. Con una piscina y capas de vegetación, esto estaba destinado a ser un retiro. Pero para A A D design, se convirtió en algo más: una oportunidad para diseñar una experiencia inmersiva de vivir.
En lugar de diseñar una villa de piscina estándar, A A D design abordó la casa como una narrativa contada a través del paisaje, los caminos, la luz, el viento, el sonido y la naturaleza, entrelazados en un todo sin fisuras. La Casa MIRIN se despliega desde el primer paso sobre la tierra. Un camino curvado que asciende gradualmente guía a los visitantes hacia el interior, sirviendo como una suave transición psicológica del caos del mundo exterior a un reino interno pacífico. Cada elemento de diseño, el terreno, el jardín, la iluminación, los sonidos del agua, el flujo de aire y las sombras, juega un papel en la creación del ambiente de este viaje de llegada.
El paisaje inclinado amplía la superficie disponible, permitiendo plantar más árboles en un terreno compacto. Las paredes de tierra apisonada funcionan también como jardineras y asientos informales, invitando al tacto y la interacción sin necesidad de agacharse. Este recorrido cuidadosamente coreografiado combina forma, ventilación, luz y sonido para estimular los sentidos. Incluso bajo la lluvia, el golpeteo de las gotas sobre las hojas y las superficies de piedra se integra como parte de la experiencia. El recorrido actúa además como un discreto canal de agua, evocando el fluir de un arroyo natural. De manera intrigante, la entrada a la casa permanece oculta. Los visitantes perciben instintivamente la dirección a seguir sin necesidad de indicaciones explícitas, experimentando una perspectiva a ras de suelo que otorga a la vivienda —de un solo dormitorio y una sala de estar— una sensación de grandeza y profundidad que supera su modesto tamaño y función.
En la Casa MIRIN, los materiales no son solo para construir: son medios para la expresión sensorial. La luz y la sombra moldean lo que vemos. El agua y el viento orquestan lo que escuchamos. Las texturas naturales transmiten temperatura, humedad y aspereza. Los olores terrosos y las hierbas comestibles en el jardín evocan el olor y el gusto. Los cuartos de estar están elevados al segundo piso, donde la piscina y las copas de los árboles definen la vista. Abajo, un espacio sombreado hace eco de la apertura del suelo de las casas tradicionales tailandesas. Desde este punto elevado, los residentes experimentan una perspectiva aérea del paisaje, contrastando con la perspectiva enraizada de la llegada. Así, la casa ofrece tres capas perceptivas distintas: vista a ras de suelo, vista normal y perspectiva de ave, transformando un hogar pequeño en una experiencia espacial rica.
La luz está cuidadosamente coreografiada como la iluminación de un escenario, manipulando el contraste y el ritmo. Desde el garaje hasta la casa, la intensidad de la luz cambia gradualmente, dilatando las pupilas y aumentando la anticipación emocional. Dentro, el ambiente cambia: más oscuro, más silencioso, más fresco. La luz natural se modula con sombras profundas; la iluminación indirecta y ambiental dentro suaviza aún más el espacio. El resultado es un suave contraste entre el exterior estimulante y el interior meditativo.
Para el interior de la casa, el uso de tonos oscuros absorbe la luz y amortigua los sonidos, ofreciendo una atmósfera fresca y tranquila: un antídoto contra el calor y el ruido de Bangkok. Las aberturas de vidrio de altura completa invitan a los árboles y al cielo, transformando el paisaje natural en una obra de arte dinámica que cambia con las estaciones.
La visión de A A D design se extendió más allá de la casa y hacia la comunidad, y no creó la Casa MIRIN únicamente para su propietario; fue diseñada pensando en la comunidad circundante. El techo se inclinó intencionadamente para evitar obstruir la vista del cielo desde las casas vecinas, preservando su conexión visual con la naturaleza. Porciones de la vegetación de la casa también fueron visibles desde la calle, permitiendo que los transeúntes y los residentes cercanos compartieran la serenidad del paisaje. Al hacerlo, la Casa MIRIN se convierte en un vínculo entre el espacio privado y la naturaleza pública, no un recinto aislado, sino una suave oferta a la comunidad.
El jardín no se detiene en la pared de la frontera. Dada la limitada tamaño del terreno en un denso desarrollo suburbano, el diseño toma prestadas vistas de árboles maduros de propiedades vecinas, entrelazándolos en el tapiz visual de la casa. A cambio, la Casa MIRIN devuelve a través de jardines en la azotea, un paisaje de piscina y vegetación vertical que suaviza la masa del edificio y contribuye al ecosistema local.
Esta casa hace más que ofrecer privacidad a su propietario; fomenta relaciones entre el hogar y la comunidad, entre la arquitectura y la naturaleza, y entre el individuo y la ciudad. Es un diseño que alienta una nueva mentalidad urbana: una donde no solo coexistimos con la naturaleza, sino que la compartimos activamente. Porque al final, una casa no es solo arquitectura, sino comunidad, vida, un vínculo vivo. No es solo un lugar para quedarse, sino una relación con todo lo que la rodea.
